17 de marzo de 2015




Como viene sucediendo a lo largo de la historia todo vuelve, incluso el arte en formato Instagram. Pero quiero hilar fino y sacarme de la manga un paralelismo entre La Piedad de Miguel Ángel y un personaje al que admiro. Si recordamos bien, esta entrañable obra de bulto redondo y composición triangular esculpe a la Virgen María joven y pura, y a Cristo muerto, que intencionadamente aparenta mayor edad que la madre.  

Todo esto me sirve para introduciros toda una tendencia, en cuanto al mundo de las poses egocéntricas y cibernéticas, que difunde por las redes José Fernández Pacheco, que aunque parezca el nombre de un torero no es más que el conocido estilista de moda Josie y, de hecho, lo que mejor se le da es capear con la moda.

Cada vez que paso el scroll en Intagram aparece rodeado de jóvenes chulazos y hombres de infarto, pero no conforme con esto, él prefiere dejarse caer gustosamente sobre sus brazos, como si de un desfallecimiento se tratara, como si quisiera homenajear a la vedette italiana Carmen Russo o, como apunto al principio, versionar a la Piedad. Esto me hace preguntarme sí será su penetrante inteligencia y su parecido con Leonard Hofstadter lo que le hace irresistible para estos chicos, o les forzará a hacer este complejo posado.


Josie me hace gracia por dos motivos. El primero porque, sin ser consciente o siéndolo, nos deja algo por lo que recordarle, o al menos en este mundo virtual. Y segundo, porque no se avergüenza de hacer el ridículo, es más, considero que es una forma de lo más original y divertida de darnos a ver que ya lleva una o dos copas demás encima. Todo un atrevimiento rihannero, una pose con mucho trasfondo y clase, además de sacarnos los dientes a más de uno por quien le sostiene.










Este personaje empieza, no sabemos como, en Supermodelo 2004. Un reality que dejó huella en nuestras retinas, y no solo por el resbalón en la Piscina de la maravillosa Amparo, sino porque le dio vidilla con ese ese aire de marisabidillo borde y repelente que le caracteriza. Más tarde consiguió su propio programa en Nova: El Armario de Josie. Un experimento televisivo con el que sentó cátedra: él quería llevarse la Vogue a la pequeña pantalla, la moda a tu salón, y que con mucha gracia cambiaba la imagen a renegados de la sociedad. Con el paso del tiempo ha sabido hacerse un hueco en unos cuantos programas más como comentarista del mundo celebrity-fashion.

Lo que más me gusta de Josie es su particular manera de ver la moda, y de comunicárnosla. Sin ir más lejos, la web de Harper’s Bazaar se refiere a él como divulgador de la moda. Como el científico que escribe un artículo de divulgación porque sabe mucho pero quiere hacer su ciencia accesible al resto de los mortales, nos pone al alcance el complejo y profundo mundo de la moda.

Y es que, en pleno siglo XXI nos trae algo que pocas blogueras aburridas han conseguido: un lenguaje propio. Podríamos decir que versiona palabras a su manera, sin los anglicismos que tan desgastados están en el mundo de la comunicación de moda. Y por si fuera poco, Josie sufre de emojismo, enganchado total a sustituir palabras por emojis. Un valor añadido que a más de uno le gustaría utilizarlos con el desparpajo al que nos tiene acostumbrados.


Por todo esto y más, quiero rendirle culto. Porque es más que un estilista, más que un comunicador, es una estrella que se merece reconocimiento, fama y muchos K’s en Instagram. No pertenece ni a la televisión, ni a la moda, ni a Instagram, ni al papel couché, sinó a todos los sitios y, como los grandes, da la talla allá donde va. Y cuando digo que Josie no pertenece a ningún soporte, ni medio, me estoy refiriendo a que es su esencia la que le hace brillar y por la que le admiro.

Raseeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeé






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