29 de abril de 2014

| SAMSARA |


Os quiero recomendar una película, SAMSARA. En realidad es más que una película, es una experiencia sensorial donde se combina el arte visual y musical en forma de documental. Dirigida por el director Ron Fricke y el productor Mark Magidson.

Filmado  a lo largo de casi cinco años en cien lugares diferentes de veinticinco países de cuatro de los cinco continentes, el documental carece por completo de un diálogo y capta a la perfección el espíritu de la naturaleza y de las costumbres del ser humano en sus diferentes culturas con el incondicional apoyo de una absorbente banda sonora. 



El término Samsara hace referencia a la rueda de la vida y la eternidad que en varias religiones (concretamente en las tradiciones filosóficas de la India) se utiliza para hablar del proceso del renacimiento a través del nacimiento, la vida, la muerte y la reencarnación

Nos transporta a terrenos sagrados, zonas de desastres, zonas industriales, y maravillas naturales. Al prescindir de diálogo y texto descriptivo, Samsara revoluciona nuestras expectativas de un documental tradicional, para que podamos sacar  nuestras propias interpretaciones inspirados en imágenes y música que funden lo antiguo con lo moderno.



Esta película amplia los temas que se plantean en la anterior película 'Bakara' (1992), de los mismos directores. Explora asombras ubicaciones de nuestro mundo, de lo mundano a lo milagroso, mirando a los confines insondables de la espiritualidad del hombre y de la experiencia humana. 



Ni un documental clásico ni un cuaderno de viaje, Samsara toma la forma de una meditación no verbal, guiada a través de imágenes impactantes donde se evidencia cómo nuestro ciclo de vida refleja el ritmo del planeta. 


Fricke vuelve a demostrar que la Alta definición adquiere mayor sentido cuando es utilizada para detallar maravillas visuales de esta índole. Supera ligeramente en ese aspecto a su predecesora (Baraka), aunque posiblemente donde realmente se nota mayor diferencia sea en los 70mm en pantalla grande. Una ambición visual que no tiene demasiado sentido en la actualidad ya que la cantidad de salas que son capaces de soportar ese formato es infinita.


Algunos pueden pensar que se trata de un filme grandilocuente, de un monótono fondo de pantalla en movimiento, o de recurrir a algún cliché manido; y podrán decir que la estilización de la imagen es tan exagerada que la presentación de la miseria resulta paradisíaca, pero toda la filmografía de Fricke es un auténtico deleite para los sentidos si el espectador se deja llevar por la fuerza fotográfica cautivante e introspectiva de sus imágenes y la relajación espiritual de su música. 



Una experiencia con grandes dotes de investigación y afán de superación, en la que cada uno puede sacar sus propias conclusiones debido a su ambigüedad temática, aunque donde alcanza sus mayores cotas, sin ninguna duda, es en el excepcional tratamiento visual y sonoro.

Es realmente triste que todavía nadie haya tenido la osadía de traer a nuestras pantallas este abrumador y desafiante viaje metafísico guiado por magníficos cineastas. 

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